AP — 11 Minutes: Un par de botas de cowboy (vaquero) que Ashley Hoff nunca pensó que volvería a ver desataron una poderosa historia sobre el peor tiroteo masivo en la historia moderna de Estados Unidos.
El filme que resultó, “11 Minutes”, es un relato desde el interior de la masacre de 2017 en un festival de música country en Las Vegas y, lo más importante, sobre cómo impactó en las vidas de aquellos que estuvieron ahí. Con una duración de más de tres horas, el documental de cuatro partes se estrena el martes en el servicio de streaming Paramount+.
“Nunca me sentí más útil o más como si el universo me puso exactamente donde se suponía que debía estar”, dijo Hoff, productora ejecutiva de “11 Minutes”.
Parece un sentimiento extraño pues Hoff estaba en el festival el 1 de octubre de 2017, a cuatro filas del escenario, cuando Jason Aldean cantaba “Any Ol’ Barstool”. Hoff escuchó pequeñas explosiones que ella y su esposo, Shaun, desestimaron creyendo que eran fuegos artificiales, no la obra de un hombre armado que disparaba desde la ventana de un hotel cercano.
Hoff volteó a ver a su esposo y vio a alguien justo detrás de él herido de bala en la cara. Comenzaron a resguardarse contra el suelo y a correr de forma alternada, dependiendo de si escuchaban disparos.
En algún momento ella se quitó sus botas de cowboy porque correr eran demasiado resbalosas para correr, eventualmente escaparon del lugar donde murieron 58 personas en esa noche, dos víctimas más fallecieron por sus heridas tiempo después. Más de 850 personas fueron heridas antes de que se detuviera el tiroteo.
Nueve meses después, un agente del FBI estaba en la puerta de Hoff con sus botas, trabajaba en una unidad poco conocida que devuelve objetos perdidos a personas involucradas en ese tipo de incidentes.
Hoff, quien ya trabajaba en la industria cinematográfica, pensó que este era un tema intrigante. Se sintió animada a ampliar su enfoque a través de su experiencia con otros supervivientes y apoyarse con la participación del director Jeff Zimbalist y los productores veteranos Susan Zirinsky y Terence Wrong.
Muchos supervivientes, como Hoff, estaban molestos por la cobertura en medios de la masacre, consideraban que se enfocaban demasiado en el atacante y que el asunto se olvidó demasiado pronto.
“Todos volvimos a nuestras esquinas a sufrir en silencio”, dijo.
El filme lleva a los espectadores vívidamente dentro del evento con imágenes de celulares y de las cámaras que portan los policías. La cooperación de la policía de Las Vegas fue clave y proporcionó imágenes como la carrera hacia los hospitales con los supervivientes, y el momento cuando una unidad táctica irrumpió en la habitación de hotel donde el atacante se había guarecido tras una barricada.
Las experiencias de las personas como Jonathan Smith, un asistente al concierto negro que se sentía incómodo porque un hombre blanco le preguntó qué hacía ahí, y Natalie Grumet, quien acababa de sobrevivir al cáncer, están entretejidas en la historia. Ambos resultaron gravente heridos.
“¿Es fácil de ver? No, pero no debería ser fácil de ver”, dijo el locutor de SiriusXM Storme Warren, quien estaba en el escenario en Las Vegas esa noche. “No sé para qué contarías la historia si fuera fácil de ver”.
Al principio Warren dudó cuando le preguntaron si quería participar en la película, pues lidiaba con su propio trastorno por estrés postraumático (TEPT), y se sentía dudoso por la cobertura previa en los medios. Él y Aldean, quien dio su primera entrevista sobre Las Vegas a los cineastas, son vínculos importantes para la comunidad de la música country.
Hoff cree que su propia experiencia esa noche, incluso aunque no está incluida en el filme, ayudó a convencer a algunos de los involucrados para que hablaran.
En uno de los testimonios más impactantes, los padres de Carrie Parsons, una joven que murió por sus heridas, hablan sobre lidiar con la peor pesadilla imaginable para un padre, y cómo su tiempo para vivir su luto con el cuerpo de su hija se acortó.
“Van a cremar a mi hija en 10 minutos”, recuerda entre lágrimas Ann-Marie Parsons. “¿Cómo puedes lidiar con eso?”.
Después de que se detuvo el tiroteo, la policía dijo escuchar tonos de celulares al caminar entre los cadáveres que continuaban en el terreno del concierto, sabiendo que había personas desesperadas tratando de llamar a sus seres queridos para saber si estaban seguros.
Más allá de los asistentes al concierto, es impresionante ver a algunos de los rescatistas, quienes no suelen ser las personas más emotivas, hablar sobre cómo lidiaron con los estragos emocionales. “Me sentía como un hombre muy enojado, muy enojado”, dice en el filme Brian Rogers, jefe de operaciones de paramédicos.
La cuarta parte de “11 Minutes”, comienza al amanecer del 2 de octubre de 2017, y se enfoca en los lazos que se mantienen entre los supervivientes y algunos de los rescatistas.
Es la parte favorita de Hoff. “Me gusta hacer ver a la gente que hay bondad al final, así que me quedo con eso”, dijo.
“Hay actos extraordinarios de valentía y seres humanos ayudando a seres humanos”, dijo Zirinsky, jefa de la productora See It Now Studios. “Ellos simplemente son personas regulares. En los peores momentos la gente se encontró entre sí”.
Zirinsky, expresidenta de CBS News, produjo “9/11” uno de los documentales más memorables que se hicieron tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, y considera “11 Minutes” la película más poderosa en la que ha trabajado desde entonces.
Aunque el filme habla del atacante, cuyas motivaciones siguen siendo un misterio, pues se mató antes de que la policía llegara a donde estaba, el filme no menciona su nombre a propósito. La omisión es casi como una forma de activismo: una serie de reportes de audio incluidos son cortados antes de que se pronuncie su nombre.
Tiempo después del tiroteo, se descubrió que el atacante había buscado en internet “cómo ser una estrella de las redes sociales” en los días previos a la masacre. Incluso aunque está muerto, Hoff no quiere concederle ese deseo.
La película termina con una lista de los nombres de aquellos que murieron en Las Vegas hace cinco años, así como las víctimas de cada tiroteo masivo ocurrido desde entonces en Estados Unidos en el que hayan muerto al menos cuatro personas.
“No lo califico como un pronunciamiento político”, dijo Zirinsky. “Lo califico como un pronunciamiento de realidad”.
Hoff y su esposo lograron escapar del concierto sin heridas de bala, aunque Hoff se rompió el brazo cuando se resbaló y cayó tratando de correr con sus botas de cowboy. No se dio cuenta de su herida hasta que dejaron de correr.
La cineasta está de acuerdo si la gente se lleva el mensaje, tras ver la película, de que ha sido suficiente.
“Debemos dejar de correr, y debemos comprender cómo fue pasar por esto”, dijo. “Esto cambia a una persona para siempre”.
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